Edgardo Malaver
Querido Charlie:
Lamento no haberte encontrado en casa. Me hubiera gustado
conversar contigo sobre el favor que me pediste. Te dejo aquí la novela, que el
editor amigo de mi padre no ha querido seguir leyendo. Ya sabes, demasiadas
vulgaridades, dijo. Para serte honesta, totalmente honesta (porque yo soy tu
amiga de veras), creo que no ha tenido otra razón para devolvérmela. Me
entristece un poco eso, ¿sabes?, porque yo creía que iba a ser una gran novela.
Iba a leerla la noche anterior a entregársela a Douglas, el editor, pero esa
noche me fui a bailar con Sophie, mi amiga francesa que estaba desesperada por
bailar con un americano, despedirse de la soltería en Estados Unidos, antes de
irse a Francia a... despedirse eternamente de la soltería allá. Qué ligera es
Sophie, ¿verdad? Me da risa, pero siempre parece más interesada en la fiesta,
en el alcohol, en irse a la cama con americanos, sin importar sin son viejos o
jóvenes, blancos o negros, bellos o feos. Pero es todo culpa tuya, Charlie, por
hablarle de ese libro de Colingway. Ahora Sophie cree que tiene que regresar a
París, a continuar la fiesta. No importa, yo no me molesto por esas
menudencias, sólo me molestaría si te hubieras acostado con ella. ¿Te acostaste
con ella, Charlie? Si lo hiciste, apresúrate a recoger tus bártulos, porque le
meto fuego a todo en menos de un pensamiento.
Pero ya basta, se me está acabando la hoja que me regaló
el vendedor de cigarros (por favor, no te pongas celoso, que es un chiquillo de
nada, lo del otro día no fue nada). Yo sólo quería que supieras que al editor
no le gustó tu novela. Dice que desde el título en adelante es una porquería,
es más, me preguntó si tenía una relación sentimental contigo y me siento mal
por haberle mentido, pero la vida es así. Tuve que rogarle también que no le
comentara a mi padre que le he llevado un manuscrito así. Se muere mi papá si
sabe que escribes esas cosas. Yo no sé qué tienen de malo, si tú me has dicho
que son las mismas cosas que hacemos en la cama.
Ahora me voy, amor mío, tengo que ir con Sophie a su
segunda despedida. Qué risa con esa chica, ¿verdad?
Te amo, mi pequeño Charlie.
Linda
P.D.: Perdona si no he escrito bien el nombre de ese escritor que
escribió el libro sobre París y la fiesta, no recuerdo bien tampoco el título.
Perdona todos mis errores de ortografía.
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