lunes, 4 de mayo de 2015

¿Quién nació el 4 de Mayo?

Edgardo Malaver Lárez



            A usted tal vez nunca se le haya ocurrido —no lo culpo—, pero a mí me sucedió una vez preguntarme por qué la avenida 4 de Mayo se llamaría 4 de Mayo. Ahora seguramente usted está suponiendo que ese día se recuerda en Margarita algún acontecimiento feliz o alguna fecha muy triste, pero que lo más probable —se dice mientras lee— es que alguien importante naciera ese día, o algo así. De repente —también es probable—, habrá oído decir a algún margariteño que ese fue el día en que Colón descubrió la isla. Lo que usted quizá no haya advertido es que el 4 de Mayo está exactamente a quince días del recordadísimo 19 de Abril.
            Pero no, no se celebra el nacimiento de nadie importante en esa fecha... al menos en Nueva Esparta. Lo que pasó en Margarita el 4 de mayo de 1810 fue algo muy simple: un grupo de margariteños formó un movimiento revolucionario que se adhirió al que había nacido quince días en Caracas. El joven Juan Bautista Arismendi se confabuló con otros blancos prominentes para deponer al gobernador de la provincia, Joaquín Puelles, y constituir una junta gubernativa que representara en la isla a la Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII. Don Rafael de Guevara fue nombrado gobernador político y Arismendi, con el grado de coronel, asumió la comandancia de armas. Manuel Plácido Maneiro, otro de los insurgentes, fue nombrado diputado al Congreso. Eso es todo.
            Pero eso es historia. La pregunta importante es ¿qué vamos a hacer hoy con el 4 de Mayo? Considerando el notable empeño que muestra el sistema educativo venezolano en que un número cada vez mayor de ciudadanos ignore la historia de su país, parece que no podemos hacer nada. Pero yo creo que, aquí entre usted y yo, podemos por lo menos pensar.
            No sé qué pensará usted, pero a mí no me parece razonable que la importancia de cualquier fecha histórica deba medirse, como se acostumbra en Venezuela, por las hazañas de las personas que vivieron hace muchas generaciones y con quienes nadie ve clara otra relación que no sea la existencia de algunos nombres de lugares que casi nadie ha visitado y que se van cayendo pedazo a pedazo. Habrá quien diga, por supuesto, que todos estos nombres y fechas que recuerdan hechos heroicos del pasado funcionan como “ideales unificadores de la identidad nacional” y cosas así. Sí, muy bien, pero ¿nos ha servido eso para algo más productivo que no hacer nada porque “hemos nacido en una tierra de héroes”? Dígame, ¿a usted le parece esto sensato?
            Ahora que ya usted sabe lo que pasó y que se da cuenta de que ya no estamos en esa realidad, ¿qué le parece la idea de no tener que pensar más en 1810 y cambiar la historia otra vez, así, autónomamente, individualmente, por usted mismo, a partir de ahora? No me diga que no le entusiasma la idea de sentirse Juan Bautista Arismendi a lo casi siglo XXI?
            Pues, fíjese. En realidad, lo que pasó el 4 de Mayo fue que Margarita se declaró suficientemente adulta como para separarse de España y suficientemente madura como para declararse fiel a Venezuela. Lo ocurrido aquel solo día le granjeó a esta pequeña isla el grande honor de figurar, bajo la forma de una estrella, en la bandera de todo un país. El 4 de Mayo es la evidencia de que Margarita, aun separada físicamente del resto del país, se sumaba a la visión inspirada de un futuro nuevo que nacía en Caracas; es la evidencia de que se plegaba a la postura de aquel muchacho que clamó en el Cabildo: “¿Es que trescientos años de calma no bastan?”.
            ¿No le parece a usted también que 187 años de problemas eternamente pospuestos, eternamente irresolutos, 187 años de hablar y no hacer nada, o de no hablar ni hacer nada, ya son suficientes? ¿Qué está esperando para declararse, usted también, por su cuenta, suficientemente adulto para desprenderse de un poder que se aprovecha de usted, y suficientemente maduro para serle fiel, con todo lo que tiene, a la idea liberadora de trabajar por lo que desea?
            El 4 de Mayo, si no lo vamos a ver como una muestra de lo que podemos ser y hacer, sino para sentirnos orgullosos de algo que no logramos nosotros mismos, con nuestro trabajo, es mejor olvidarlo. El 4 de Mayo, si no va a enseñarnos nada, es mejor que siga siendo sólo  el nombre de una avenida.
            Pero si el 4 de Mayo va a servir para que usted y yo nazcamos de nuevo y nos levantemos mañana lunes a trabajar mejor, como si todo dependiera de nosotros; si el 4 de Mayo va a servir para que cada año usted y yo saquemos la cuenta de lo que hemos logrado desde el 4 de Mayo anterior; si el 4 de Mayo va a servir para que usted y yo, los dos solitos, les dejemos a nuestros hijos el deseo de seguir buscando y seguir encontrando, entonces valdrá la pena seguir viviendo en Margarita... aunque no sepamos quién nació el 4 de Mayo.

Originalmente aparecido en Margarita es Todo, Pampatar, Venezuela, N° 1, mayo-junio de 1997, pág. 3.

emalaver@gmail.com