martes, 25 de agosto de 2020

Juan Griego






Juan Griego
Alrededor de 1545

        Esta es la foto más antigua de Juan Griego que tengo. Es de 1897, de modo que si fue tomada antes de noviembre, Andrés Avelino Lárez tiene diez años de edad, y si fue antes de septiembre, Francisca Josefa Moreno tiene apenas cinco. Nueva Esparta pertenece al histórico Gran Estado Miranda, junto con Aragua, Guárico, el propio Miranda y el departamento Vargas. Cipriano Castro aún no ha llegado al poder, pero ya lo está cavilando, y la lejana Maracaibo, desde hace casi una década, es la única ciudad que disfruta del servicio de electricidad en los Estados Unidos de Venezuela.
        Aunque parezca otra, esta es la mismísima iglesia de san Juan Evangelista en que muchos de nosotros han sido bautizados y hemos bautizado a nuestros hijos. Las diferencias en la fachada se deben a una remodelación que se emprendió cuando finalmente, una vez llegado el siglo XX, se pudieron reiniciar los trabajos para concluir las dos torres. Las personas que se aglomeran frente al templo parecen haber asistido a la misa en un domingo de mucho sol. Todos visten ropas sencillas, y el terreno es árido, sólo hay dos arbustos, uno de ellos ha perdido todas las hojas. Por la derecha, pintada de blanco, está la casa donde en 1916 va a nacer Modesta Bor.
        Juan Griego no tiene partida de nacimiento, es decir, no vino un conquistador a decir, como en el caso de las ciudades grandes: “Proclamo en el día de hoy, en nombre de Dios y del rey, que en adelante esta orilla de playa se llamará...”. No se sabe en qué día comenzó a formarse porque se presume que Juan Griego se formó a partir de una sola persona que decidió hacer un rancho —o quién sabe si una casa grande— en algún punto de la bahía... y nadie se lo impidió.
        Esta persona se llamaba, precisamente, Juan Griego: su nombre era Juan y su apellido era Griego. Había llegado a Margarita con dos hermanos y se ganaban la vida de una manera más bien indigna y reprochable, pero, con la excepción de Bartolomé de las Casas, en esa época eso era lo que hacía todo el que ponía el pie en América. Juan, Antonio y Fernando Griego, hijos de Alonso e Inés, sevillanos, traficaban con esclavos negros e indios. Los traían y llevaban a Santo Domingo, y los llevaban y traían a Margarita según hiciera falta. A Juan, que según el Archivo General de Indias salió de su ciudad natal en 1539, parece haberle gustado la arena y la luz de la bahía y se estableció ahí. Siendo traficante de esclavos, debe haber hecho dinero, y por tanto debe haber tenido servidumbre. No se sabe si tuvo descendientes, pero si los tuvo, que es lo más probable, deben haberse apropiado terrenos a lo largo de la playa y tierra adentro. Y deben haber heredado también sus esclavos y barcos negreros. Los sirvientes libres de Griego deben haberse construido también humildes viviendas cerca de la casa del amo. Y al morir él, todos ellos y sus descendientes deben haberse quedado en la bahía.
        Y así, creciendo muy lentamente, deben haber pasado cien años, doscientos. Y entonces construyeron un par de calles. Y una plaza. Y un muelle, que en 1816 estaba ahí para recibir a Simón Bolívar, que venía de Haití. Y un fuerte militar. Y mucho más tarde, en 1863, la iglesia. Y después, el edificio del Concejo Municipal. Y al contrario de lo que pasa en las ciudades normales, ninguno de ellos está alrededor de la plaza, que no se llama Bolívar sino Arismendi.
        En este Juan Griego, silencioso y asaetado por el sol, crecieron el Mestro y Chica. Quién sabe si entre los niños y adultos que esta mañana posan para el fotógrafo estén ellos, quién sabe si ya se conocen o si ese niño que se apoya en el árbol es él. Probablemente se casaron en esta iglesia y bajo este sol tuvieron a sus hijos, tantos hijos como las arenas de la playa, que somos nosotros.

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