lunes, 10 de agosto de 2020

David






David Luis LÁREZ
(Juan Griego, 26 jun. 1959)
Segundo hijo de Luisa Magdalena LÁREZ MORENO (1931-2005)




        El muchacho calvo y con lentes que aparece en esta foto es quizá el descendiente más famoso de Andrés Avelino y Francisca Josefa. Es por lo menos el único que aparece en la historia del cine venezolano. En 1978, mi primo David participó en la película Simplicio, dirigida por Franco Rubartelli, que, según algunos críticos, fue la más taquillera de ese año en toda Venezuela.
        Yo apenas recuerdo vagamente el momento de gloria de Simplicio, pero en mi casa se vivió la alegría de saber que alguien de nuestra familia había hecho algo importante y que estaba siendo reconocido por ello. Todos querían ir a ver Simplicio, para ver en la pantalla grande a David, todo comentaban sobre los escenarios de Margarita, todos decían con orgullo que ahora teníamos un primo artista.
        Mi abuela sentía un cariño grande por David. Todos los sábados, después de ir al cementerio, pasábamos por su casa, que era también la de ella y la de todos. Mi tía Luisa fue la única que vivió siempre y murió en aquella casa, la Casa de los Viejos, y ahí crió a sus hijos: Salvador, David y Simón. La fe que le tenía mi abuela a los estudios la hacía animarlo a no abandonar la escuela. De hecho, en primer año de bachillerato fue su representante en el Liceo Juan de Castellanos.
        El éxito de Simplicio fue seguido por el de Tiznao (1983, de Dominique Cassutto y Salvatore Bonnet), que, sin embargo, no fue tan grande como merecía. “Hubiera sido mayor”, me dijo David el mes pasado, “si no hubiera coincidido con E.T.; pero a pesar de eso ganamos premios en Venecia y en San Sebastián”.
        David siguió trabajando con Rubartelli en publicidad, que era su nación de origen. En 1986, la grabación de un comercial de American Express los trajo otra vez a Juan Griego junto con una de las mujeres más bellas del mundo de la moda: Margaux Hemingway, nieta del famoso autor de El viejo y el mar. Yo presencié, cerca de El Bajo, la filmación del breve segmento final en que Margaux va en un descapotable que se detiene a la orilla de la playa, ella se levanta y voltea para decirle a la cámara, tarjeta en mano: “American Express, nunca salga sin ella”.
        David nunca supo que entre la gente que aquella tarde curioseaba la inusual escena desde la Lonja Pesquera estaba yo, que no intentaba verlo a él trabajar sino a la hermosa nieta de Ernest Hemingway.


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